lunes, 30 de julio de 2007

Reflexiones


Para Enrique Rojas, educar significa: " ayudar a alguien para que se desarrolle de la mejor manera posible en los diversos aspectos que tiene la naturaleza humana". "Educar significa comunicar conocimientos (información) y promover actitudes (formación)".

"Educar es instruir, formar, pulir y limar a una persona para que se vuelva más armónica y sea capaz de gobernarse a sí misma. (...) educar es hacer que alguien aprenda a vivir con alegría".

Desde esta concepción cabe preguntarnos cuál es nuestra función como parte del proceso educativo. En qué medida estamos ejerciendo una efectiva mediación pedagógica que acompañe y promueva el aprendizaje.

Para contestarnos esta pregunta se hace imprescindible una " reflexión axiológica” entre los mediadores pedagógicos para pensar, analizar, meditar sobre los valores humanos y académicos en los que podría cimentarse la educación universitaria.

Desaprender aquellos valores que no han favorecido la práctica de acompañar y promover el aprendizaje, es comenzar a reconocer las causas que generaron este estado de situación actual y sobre el cual queremos incidir para alcanzar un nuevo estado de situación que se compadezca con el concepto de Educación que hemos enunciado.

De allí que educar nos exige conocernos a nosotros mismos y amar a nuestros semejantes. En la proporción en que logremos esos objetivos, en esa misma proporción, podremos educar.

El educador debería proponerse SER, más que poseer o hacer; porque en el SER una persona con objetivos, propósitos y voluntad para vivir, radica la posibilidad de hacer un uso solidario de lo que se tiene.

Entonces, el educador podrá ser el instrumento eficaz que promueva y acompañe el aprendizaje, porque quien intenta conocerse a sí mismo, conoce a los demás, los entiende, motiva y acompaña en el proceso de su propio conocimiento personal.

No cabe dudas de que todo lo que aprendemos sobre la mediación pedagógica, una educación alternativa, las instancias del aprendizaje, el tratamiento del contenido, las prácticas de aprendizaje, la productividad pedagógica, la evaluación y validación y otros temas similares, deberán estar inspirados por la intención de “ser lo mejor de lo que seas” y entregarlos a quienes elegimos como destinatarios de lo que hacemos y tenemos.

Para mí, mediación pedagógica es amar lo que se hace y a aquéllos que son los destinatarios de lo que se hace. De lo contrario, las técnicas pedagógicas, la didáctica, no alcanzan para que el educando crezca y aprenda a caminar sobre sus propios pies.

La pedagogía es la ciencia que se ocupa de la educación y la enseñanza; la didáctica es el arte de enseñar y la mediación pedagógica es el arte de amar al educando, la pedagogía y la didáctica.

Sin esa entrega de amor no habrá educación del espíritu ni mediación pedagógica.


Estos conceptos constituyen una expresión de deseos, un conjunto de objetivos humanos que están altamente condicionados por el “arte de lo posible”.

El arte de lo posible requiere que tengamos “la cabeza en el cielo y los pies en la tierra”, con lo que un aspecto esencial a sincerar es el intentar hacer un diagnóstico sobre las condiciones fácticas que tienen alumno, profesores, no docentes y demás auxiliares para desarrollar alguna de las actitudes anunciadas, obviamente en el caso de coincidir con ellas.

En el intento de acercarnos a un diagnóstico, es saludable preguntarnos sobre cuál es el tiempo y condiciones disponible que tenemos los profesores para el estudio, investigación, preparación de clases, elaboración de materiales didácticos y otras actividades vinculadas.

¿Existe alguna forma de medir la vocación docente?

¿Cuáles son las condiciones laborales integrales que tienen los profesores?

¿Cuáles son los objetivos y posibilidades que tienen los alumnos de hacer fructífera su actuación académica?

Considero que si desconocemos las condiciones de vida que tienen todos los actores del proceso educativo, es poco probable que podamos pensar y realizar proyectos que nos acerquen a los objetivos propuestos para esta reunión[1].

Enrique Rojas expresa: “se educa más por lo que se es, que por lo que se dice. Las palabras mueve, pero el ejemplo arrastra… El poder del educador depende menos de sus palabras que de su presencia silenciosa y auténtica”

“El aprendizaje del educador, al enseñar, no se da necesariamente a través de la rectificación de los errores que comete el aprendiz. El aprendizaje del educador al educar se verifica en la medida en que el educador humilde y abierto se encuentre permanentemente disponible para repensar lo pensado, revisar sus posiciones; en que busca involucrarse con la curiosidad del alumno y los diferentes caminos y senderos que ella lo hace recorrer.

Algunos de esos caminos y algunos de esos senderos que a veces recorre la curiosidad casi virgen de los alumnos están cargados de sugerencias, de preguntas que el educador nunca había percibido antes. Pero ahora, al enseñar, no como un burócrata de la mente sino reconstruyendo los caminos de su curiosidad –razón por la que su cuerpo consciente, sensible, emocionado, se abre a las adivinaciones de los alumnos, a su ingenuidad y a su criticidad- el educador que actúe así tiene un momento rico de su aprender en el acto de enseñar. El educador aprende primero a enseñar, pero también aprende a enseñar al enseñar algo que es reaprendido por estar siendo enseñado” (Freire Paulo. “Cartas a quien pretende enseñar”. Siglo XXI Editores. 1993)

En una época de nuestra historia en donde una de las formas de diálogo es la represión y la violencia, nosotros rescatamos a Humberto Maturana cuando dice que “no es la agresión la emoción fundamental que define lo humano, sino el amor, la coexistencia en la aceptación del otro como un legítimo otro en la convivencia. No es la lucha el modo fundamental de relación humana, sino la colaboración”.



Marcelo Fernandez (profesor de Administración Tributaria en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Cuyo.






[1] Este documento fue presentado en una reunión de docentes de la Facultad de Ciencias Económicas de la U.N. de Cuyo.









1 comentario:

Marcelo Fernando Fernandez dijo...

Se agradece la difusión de este blog.