miércoles, 27 de diciembre de 2006

De cómo la educación gratuita no existe



Durante mucho tiempo cometí el error de pensar en la educación gratuita. En las distintas charlas y en los distintos lugares que he visitado, tenía la costumbre de señalar como una cualidad típica de mi país a “la educación gratuita”.


En Chile tuve que pasarme una buena cantidad de tiempo tratando de explicarles a nuestros hermanos trasandinos cómo era el asunto de que un cabro podía asistir a la Universidad sin tener que abonar una cuota mensual. Allá existe la educación privada y la pública, al igual que acá, la diferencia es que tanto en una como en otra los alumnos deben abonar mensualmente una cantidad de dinero para poder estudiar. La diferencia entre una Universidad privada y una pública debe ser 100.000 pesos chilenos aproximadamente– 500 pesos argentos- (Eso sí, la pública es más barata)


Pero, en algún momento y como por arte de magia, comencé a pensar en los profesores, en los empleados administrativos de la Facultad, en los ordenanzas (personal no-docente… nunca entendí cómo pueden afirmarse siendo una negación de otra función); empecé a prestarle más atención a la luz eléctrica que utilizamos a diario, al servicio de telefonía, al servicio de internet, a los muebles… a los útiles y llegué a la conclusión de que había cometido un error. La educación que estaba recibiendo no era gratuita. De algún lugar aparecía dinero que hacía las veces de mediador entre lo que las personas que trabajaban en la Facultad me ofrecían y lo que yo podía aprender.


Decidí que era un buen momento para seguir el rastro de ese dinero. ¿De dónde aparecía? ¿Quién traía esos papeles que “encariñaban” a docentes, no-docente, administrativos, no-administrativos con la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales? ¿Cómo se generaba esta imbricación llamada instrucción? (perdón; educación)


Entonces pude ver la luz. Personas que deambulan habitualmente entre nosotros, que poseen nombres propios pero que, para darles generalidad, podemos mencionarlos por sus quehaceres; quiero decir: obreros de la construcción, obreros metalúrgicos, empleadas domésticas, contadores, abogados, administrativos y también docentes y estudiantes pagan impuestos. Estos impuestos (prestación pecuniaria requerida a los particulares por vía de autoridad, a título definitivo y sin contrapartida específica, con el fin de cubrir los gastos públicos) son los que hacen posible que la educación en nuestro país sea solventada por toda la sociedad.


A partir de aquí arribo a una conclusión que me ayuda a hacerme responsable de mi paso por la Facultad: cada vez que tiro un papel al suelo, estoy ensuciando la casa de toda la sociedad; cada vez que no estudio como debería estoy tirando la plata de un obrero a la basura; cada vez que no cuido las instalaciones estoy negando la importancia que tiene la educación y cada vez que no realizo mi función con la responsabilidad que se merece ME estoy faltando al respeto y le estoy diciendo a mis hermanos: “su esfuerzo no vale nada, su sacrificio es en vano, su vida no me interesa”


Para todos los que todavía creemos que las ciencias sociales pueden ser un motor de transformación, empecemos por casa, cuidemos nuestra Facultad, cuidemos nuestras aulas, cuidemos nuestros baños, cuidemos a nuestros docentes y cuidémonos de ser buenos alumnos y buenos tutores siendo responsables en el esfuerzo de dar lo mejor.


Marcelo Fernandez (estudiante de Comunicación Social)






Educación Problematizadora de Paulo Freire

La propuesta de Freire es la "Educación Problematizadora" que niega el sistema unidireccional propuesto por la "Educación bancaria" ya que da existencia a una comunicación de ida y vuelta.


En esta concepción no se trata ya de entender el proceso educativo como un mero depósito de conocimientos sino que es un acto cognoscente y sirve a la liberación quebrando la contradicción entre educador y educando.


Mientras la "Educación Bancaria" desconoce la posibilidad de diálogo, la "Problematizadora" propone una situación gnoseológica claramente dialógica.


Desde esta nueva perspectiva, el educador ya no es sólo el que educa sino que también es educado mientras establece un diálogo en el cual tiene lugar el proceso educativo. De este modo se quiebran los argumentos de "autoridad": ya no hay alguien que eduque a otro sino que ambos lo hacen en comunión.



El educador no podrá entonces "apropiarse del conocimiento" sino que éste será sólo aquello sobre los cuáles educador y educando reflexionen.


La educación, como práctica de la libertad, implica la negación del hombre aislado del mundo, propiciando la integración.


La construcción del conocimiento se dará en función de la reflexión que no deberá ser una mera abstracción. El hombre, siempre deberá ser comprendido en relación a su vínculo con el mundo. Y finalmente, Freire señalará que así como la "Educación Bancaria" es meramente asistencial, la "Educación Problematizadora" apunta claramente hacia la liberación y la independencia.


Orientada hacia la acción y la reflexión de los hombres sobre la realidad, se destruye la pasividad del educando que propicia la adaptación a una situación opresiva. Esto se traduce en la búsqueda de la transformación de la realidad, en la que opresor y oprimido encontrarán la liberación humanizándose.


Más información sobre Paulo Freire


Plegaria del estudiante (1)

Poiesis

Distinción de Configuraciones

UN DÍA EN 1972, UNO DE MIS HIJOS ME RELATÓ UN SUCESO DEL COlegio en el que muchos alumnos fueron negados por sus profesores. Así, simplemente así: no fueron escuchados. Yo escribí este poema y lo coloqué después en un fichero del Departamento de Biología de la Facultad de Ciencias. Muchos estudiantes lo copiaron, y por ello es que puedo mostrarlo ahora, pues el original se perdió para siempre.


PLEGARIA DEL ESTUDIANTE

¿Por qué me impones
lo que sabes
si quiero yo aprender
lo desconocido
y ser fuente en mi propio descubrimiento?
El mundo de la verdad
es mi tragedia;
tu sabiduría,
mi negación;
tu conquista,
mi ausencia;
tu hacer,
mi destrucción.


No es la bomba lo que me mata;
el fusil hiere,
mutila y acaba,
el gas envenena,
aniquila y suprime,
pero la verdad
seca mi boca,
apaga mi pensamiento
y niega mi poesía,
me hace antes de ser.
No quiero la verdad,
dame lo desconocido.
Déjame negarte
al hacer mi mundo
para que yo pueda también
ser mi propia negación
y a mi vez ser negado.


¿Cómo estar en lo nuevo
sin abandonar lo presente?
No me instruyas,
déjame vivir
viviendo junto a mí;
que mi riqueza comience
donde tu acabas,
que tu muerte sea mi nacimiento.
Me dices que lo desconocido
no se puede enseñar,
yo digo que tampoco
se enseña lo conocido
y que cada hombre
hace el mundo al vivir.
Dime, que yo tejeré
sobre tu historia;
muéstrate para que yo
pueda pararme
sobre tus hombros.
Revélate para que
desde ti pueda yo
ser y hacer lo distinto;
yo tomaré de ti
lo superfluo, no la verdad
que mata y congela;
yo tomaré tu ignorancia
para construir mi inocencia.


¿No te das cuenta
de que has querido
combatir la guerra
con la paz, y la paz
es la afirmación de la guerra?
¿No te das cuenta
de que has querido
combatir la injusticia
con la justicia,
y que la justicia
es la afirmación
de la miseria?
¿No te das cuenta
de que has querido combatir
la ignorancia
con la instrucción
y que la instrucción
es la afirmación
de la ignorancia
porque destruye
la creatividad?
Tu conocimiento
nos muestra el mundo
o lo niega,
porque es la historia
de tus actos,
o lo negará porque
despertando tu imaginación
te llevará a cambiarlo
Deja que lo nuevo
sea lo nuevo
y que el tránsito
sea la negación del presente;
deja que lo conocido
sea mi liberación,
no mi esclavitud.


No es poco lo que te pido.
Tú has creído
que todo ser humano
puede pensar,
que todo ser humano
puede sentir.
Tú has creído
que todo ser humano
puede amar y crear.
Comprendo pues tu temor
cuando te pido
que vivas
de acuerdo a tu sabiduría
y que tú respetes
tus creencias;
ya no podrás predecir
la conducta de tu vecino,
tendrás que mirarlo;
ya no sabrás
lo que él te dice escuchándote,
tendrás que dejar poesía
en sus palabras.
El error será
nuevamente posible
en el despertar
de la creatividad,
y el otro tendrá presencia.
Tú, yo y él tendremos
que hacer el mundo.
La verdad perderá
su imperio
para que el ser humano
tenga el suyo.
No me instruyas,
vive junto a mí;
tu fracaso es
que yo sea
idéntico a ti.



(1) Humberto Maturana. El sentido de lo humano. 1991.

¿Qué es educar?(1) de Humberto Maturana

El educar se constituye en el proceso en el cual el niño o el adulto convive con otro y al convivir con el otro se transforma espontáneamente, de manera que su modo de vivir se hace progresivamente más congruente con el del otro en el espacio de convivencia. El educar ocurre, por lo tanto, todo el tiempo; de manera recíproca, como una transformación estructural contingente a una historia en el convivir en el que resulta que las personas aprenden a vivir de una manera que se configura según el convivir de la comunidad donde viven. La educación como “sistema educacional” configura un mundo y los educandos confirman en su vivir el mundo que vivieron en su educación. Los educadores, a su vez, confirman el mundo que vivieron al ser educados en el educar.


La educación es un proceso continuo que dura toda la vida y que hace de la comunidad donde vivimos un mundo espontáneamente conservador en lo que al educar se refiere. Esto no significa, por supuesto, que el mundo del educar no cambie, pero sí, que la educación, como sistema de formación del niño y del adulto, tiene efectos de larga duración que no se cambian fácilmente. Hay dos épocas o períodos cruciales en la historia de toda persona que tienen consecuencias fundamentales para el tipo de comunidad que ellos traen consigo en su vivir. Estos son la infancia y la juventud. En la infancia, el niño vive el mundo en que se funda su posibilidad de convertirse en un ser capaz de aceptar y respetar al otro desde la aceptación y respeto de sí mismo. En la juventud, se prueba la validez de ese mundo de convivencia en la aceptación y respeto por el otro desde la aceptación y respeto por sí mismo en el comienzo de una vida adulta social e individualmente responsable.


Como vivamos, educaremos, y conservaremos en el vivir el mundo que vivamos como educandos. Y educaremos a otros con nuestro vivir con ellos el mundo que vivamos en el convivir.


Pero ¿qué mundo queremos?


Yo quiero un mundo en el que mis hijos crezcan como personas que se aceptan y respetan a sí mismas, aceptando y respetando a otros en un espacio de convivencia en que los otros los aceptan y respetan desde el aceptarse y respetarse a sí mismos. En un espacio de convivencia de esa clase, la negación del otro será siempre un error detectable que se puede y se quiere corregir. ¿Cómo lograrlo? Eso es fácil: viviendo ese espacio de convivencia.
Vivamos nuestro educar, de modo que el niño aprenda a aceptarse y a respetarse a sí mismo al ser aceptado y respetado en su ser, porque así aprenderá a aceptar y respetar a los otros. Para hacer esto debemos reconocer que no se es de ninguna manera trascendente, pero que se deviene en un continuo ser cambiante o estable pero no absoluto o necesariamente para siempre. Todo sistema es conservador en lo que le es constitutivo o se desintegra. Si decimos que un niño es de una cierta manera: bueno, malo, inteligente o tonto, estabilizamos nuestra relación con ese niño de acuerdo a lo que decimos, y el niño, a menos que se acepte y respete a sí mismo, no tendrá escapatoria y caerá en la trampa de la no aceptación y el no respeto a sí mismo porque sólo podrá ser algo dependiente de lo que surja como niño bueno, o malo, o inteligente, o tonto, en su relación con nosotros. Y si el niño no puede aceptarse y respetarse a sí mismo, no puede aceptar y respetar al otro. Temerá, envidiará o despreciará al otro, pero no lo aceptará ni respetará; y sin aceptación y respeto por el otro como un legítimo otro en la convivencia, no hay fenómeno social. Veamos qué es el aceptarse y respetarse a sí mismo.


Hace algunos días una amiga mía me contó una conversación que tuvo con su hija invitándome a un comentario. Su relato fue así: “Tuve una conversación con mi hija (Juanita, de ocho años) quien me dijo: _ Mamá, tú no me conoces a mí.- ¿Cómo es eso, Juanita, cómo es que yo no te conozco? –Mamá, tú no me conoces porque no sabes que yo soy una persona feliz y libre”. Al escuchar este relato mi reflexión fue la siguiente: “Amiga mía, creo que comprender lo que Juanita dice cuando expresa que es feliz es relativamente fácil y no diré nada más. Es sobre qué es ser libre que quiero decir algo. Juanita no habla desde la razón, ella habla desde la emoción, y desde la emoción lo que ella dice es que no se siente culpable de sus actos. Para que ella no se sienta culpable de sus actos, ella tiene que vivirlos desde su legitimidad, porque no se siente negada en su relación contigo y se acepta a sí misma. Juanita no piensa o siente que tiene que cambiar, no piensa o siente que ella está mal. Al mismo tiempo se respeta a sí misma y no se disculpa por lo que hace; es decir, actúa sin hacer esa reflexión, desde su propia legitimidad. Te felicito, como mamá eres una persona que no niegas a tu hija ni con exigencias ni castigos, y la dejas vivir el devenir, en el amor que la constituye como ser social.


Repito: sin aceptación y respeto por sí mismo uno no puede aceptar y respetar al otro, y sin aceptar al otro como un legítimo otro en la convivencia, no hay fenómeno social.


Más aún, el niño que no se acepta y respeta a sí mismo no tiene espacio de reflexión porque está en la continua negación de sí y en la búsqueda ansiosa de lo que no es ni puede ser.


¿Cómo podría el niño mirarse a sí mismo si lo que ve no es aceptable, y lo sabe porque así se lo han hecho ver los adultos desde los padres a los profesores? ¿Cómo podría el niño mirarse a sí mismo si ya sabe que siempre está mal porque no es lo que debe ser o es lo que no debe ser? Si la educación chilena no lleva a que los niños y niñas chilenos se acepten y respeten aceptando y respetando a los demás al ser aceptados y respetados, está mal y no sirve a Chile.


Pero la aceptación de sí mismo y el autorespeto no se dan si el quehacer de uno no es adecuado al vivir. ¿Cómo puedo aceptarme y respetarme a mí mismo si lo que sé, es decir, si mi hacer, no es adecuado a mi vivir y, por lo tanto, no es un saber en el vivir cotidiano sino en el vivir literario de un mundo ajeno? Si el hacer que los niños de Chile aprendan no es un hacer en el espacio de vida cotidiana del niño chileno en el Chile que vive, la educación chilena no sirve a Chile.


¿Cómo puedo aceptarme y respetarme a mí mismo si estoy atrapado en mi hacer (saber) porque no he aprendido un hacer (pensar) que me permite aprender cualquier otro quehacer al cambiar mi mundo si cambia mi vivir cotidiano? Si la educación en Chile no lleva al niño chileno a un quehacer (saber) que tiene que ver con su vivir cotidiano de modo que pueda reflexionar sobre su quehacer y cambiar de mundo sin dejar de respetarse a sí mismo y al otro, la educación en Chile no sirve a Chile.


¿Cómo puedo aceptarme y respetarme a mí mismo si el valor de lo que hago se mide con respecto al otro en la continua competencia que me niega y niega al otro, y no por la seriedad y responsabilidad con que lo realizo? Si la educación en Chile estimula la competencia y la negación de sí mismo y del otro que trae consigo, la educación en Chile no sirve a Chile.


¿Es difícil educar para la aceptación y el respeto de sí mismo que lleva a la aceptación y respeto por el otro así como a la seriedad en el quehacer? No, pero sí requiere que el profesor o profesora sepa como interactuar con los niños y niñas en un proceso que no los niega o castiga por la manera de aparecer en la relación o porque no aparecen como las exigencias culturales dicen que deben ser, y lo que pueden hacer porque se respetan a sí mismos y al otro.
Lo central en la convivencia humana es el amor, las acciones que constituyen al otro como un legítimo otro en la realización del ser social que viven en la aceptación y respeto por sí mismo tanto como en la aceptación y respeto por el otro. La biología del amor se encarga de que esto ocurra como un proceso normal si se vive en ella.


Pero, ¿cómo se obtiene en la educación la capacidad de acceder a cualquier dominio del conocer (hacer)? ¿Se requiere acaso saberlo todo desde el comienzo? No; no se requiere saberlo todo desde el comienzo, pero sí, se requiere señorío reflexivo en el mundo en el que uno vive; respeto y aceptación de sí y de los otros en la ausencia de urgencia competitiva. Si he aprendido a conocer y a respetar mi mundo, sea este el campo, la montaña, la ciudad, el bosque o el mar; no ha negarlo o ha destruirlo, y he aprendido a reflexionar en la aceptación y respeto por mi mismo, puedo aprender cualquier hacer.


Si la educación en Chile no lleva al niño al conocimiento de su mundo en el respeto y la reflexión, no sirve a los chilenos ni a Chile.


Si la educación en Chile lleva a aspiraciones que desvalorizan lo propio invitando a un quehacer ajeno a lo cotidiano en la fantasía de lo que no se vive, la educación en Chile no sirve ni a Chile ni a los chilenos.


La ambición puede ocasionalmente llevar a la riqueza o al éxito individual, pero no lleva a la transformación armónica del mundo en la sabiduría de una convivencia que no genera ni pobreza ni abuso.


Lo dicho es también válido para la educación del adolescente. El adolescente moderno aprende valores, virtudes que debe respetar, pero vive en un mundo adulto que las niega. Se predica el amor pero nadie sabe en qué consiste porque no se ven las acciones que los constituyen y se lo mira como expresión de un sentir. Se enseña a desear la justicia pero los adultos vivimos en el engaño. La tragedia de los adolescentes es que comienzan a vivir un mundo que niega los valores que se les enseñó. El amor no es un sentimiento, es un dominio de acciones en las cuales el otro es constituido en un legítimo otro en la convivencia. La justicia no es un valor trascendente o un sentimiento de legitimidad, es un dominio de acciones en el cual no se usa la mentira para justificar las propias acciones o las de el otro.


Si la educación media y superior en Chile se fundan en la competencia, en la justificación engañosa de ventajas y privilegios, en una noción de progreso que aleja a los jóvenes el conocimiento de su mundo limitando su mirada responsable hacia la comunidad que lo sustenta, la educación media y superior de Chile no sirve a Chile ni a los chilenos.


Si la educación media y superior nos invita a la apropiación, a la explotación del mundo natural y no a nuestra coexistencia armónica con él, esa educación no sirve ni a Chile ni a los chilenos.


En fin, la responsabilidad se da cuando nos hacemos cargo de si queremos o no las consecuencias de nuestras acciones; y la libertad se da cuando nos hacemos cargo de si queremos o no nuestro querer o no querer las consecuencias de nuestras acciones. Es decir, responsabilidad y libertad surgen en la reflexión que expone nuestro quehacer en el ámbito de las emociones a nuestro quererlas o no quererlas en un proceso en el cual no podemos sino darnos cuenta de que el mundo en que vivimos depende de nuestro deseos. Si la educación en Chile no lleva a los jóvenes chilenos a la responsabilidad y libertad de ser cocreadores del mundo en que viven porque limita la reflexión, la educación en Chile no sirve ni a Chile ni a los chilenos.


¿Para qué educar?


A veces hablamos como si no hubiese alternativa a un mundo de lucha y competencia, y como si debiésemos preparar a nuestros niños y jóvenes para esa realidad. Tal actitud se basa en un error y genera un engaño.


No es la agresión la emoción fundamental que define lo humano, sino el amor, la coexistencia en la aceptación del otro como un legítimo otro en la convivencia. No es la lucha el modo fundamental de relación humana, sino la colaboración. Hablamos de competencia y lucha creando un vivir en competencia y lucha no sólo entre nosotros sino con el medio natural que nos posibilita. Así se habla de que los humanos debemos luchar y vencer las fuerzas naturales para sobrevivir. Esto no es así. La historia de la humanidad en la guerra, en la dominación que somete y en la apropiación que excluye y niega al otro se origina con el patriarcado. En Europa, que es nuestra fuente cultural, antes del patriarcado se vivía en la armonía con la naturaleza, en el goce de la congruencia con el mundo material, en la maravilla de su belleza, no en la lucha con ella.


¿Para qué educar? Para recuperar esa armonía fundamental que no destruye, que no explota, que no abusa, que no pretende dominar el mundo natural, sino que quiere conocerlo en la aceptación y respeto para que el bienestar humano se dé en el bienestar de la naturaleza en que se vive. Para esto hay que aprender a mirar y escuchar sin miedo a dejar de ser al dejar ser al otro en armonía, sin sometimiento. Yo quiero un mundo en que respetemos al ser natural que nos sustenta, un mundo en el que se devuelva lo que se toma prestado de la naturaleza para vivir. En el ser seres vivos somos seres autónomos, en el vivir no lo somos.


Quiero un mundo en el que se acabe la expresión recurso natural, y reconozcamos que todo proceso natural es cíclico y que si interrumpimos su ciclo, se acaba. En la historia de la humanidad, los pueblos que no han visto esto se han destruido a sí mismos en el agotamiento de sus llamados recursos naturales. El progreso no está en la continua complicación o cambio tecnológico sino en el entendimiento del mundo natural que permite recuperar la armonía y belleza de la existencia en él desde su conocimiento y respeto. Pero para ver el mundo natural y aceptarlo sin pretender dominarlo ni negarlo, debemos aprender a aceptarnos y respetarnos a nosotros mismos, como individuos y como chilenos.


Una educación que no nos lleva a los chilenos a aceptarnos y respetarnos como individuos y chilenos en la dignidad de quien conoce, acepta y respeta su mundo en la responsabilidad y libertad de la reflexión, no sirve a Chile ni a los chilenos.


Jesús era un gran biólogo. Cuando el habla de vivir en el reino de Dios, habla de vivir en la armonía que traen consigo el conocimiento y respeto al mundo natural que nos sustenta, y que permite vivir en él sin abusarlo ni destruirlo. Para esto debemos abandonar el discurso patriarcal de la lucha y la guerra, y volcarnos al vivir matrístico del conocimiento de la naturaleza, del respeto y la colaboración en la creación de un mundo que admite el error y puede corregirlo. Una educación que nos lleve a actuar en la conservación de la naturaleza, a entenderla para vivir con ella sin pretender dominarla, una educación que nos permita vivir en la responsabilidad individual y social que aleja el abuso y trae consigo la colaboración en la creación de un proyecto nacional en el que el abuso y la pobreza son errores que se pueden corregir y se quieren corregir, sí sirve a Chile y a los chilenos.


¿Qué hacer? No castiguemos a nuestros niños por ser, al corregir sus acciones. No desvaloricemos a nuestros niños en función de lo que no saben, valoricemos su saber. Guiemos a nuestros niños hacia un hacer que tiene que ver con un mundo cotidiano e invitémoslos a mirar lo que hacen, y sobre todo no los llevemos a competir.


[1] Humberto Maturana (1992), Emociones y Lenguaje en Educación y Política, Hachette/CED, Quinta Edición, Chile.



Instituto Matríztico






Educación popular de José Martí


I. Instrucción no es lo mismo que educación: aquélla se refiere al pensamiento, y ésta principalmente a los sentimientos. Sin embargo, no hay buena educación sin instrucción. Las cualidades morales suben de precio cuando están realzadas por las cualidades inteligentes.



II. Educación popular no quiere decir exclusivamente educación de la clase pobre; sino que todas las clases de la nación, que es lo mismo que el pueblo, sean bien educadas. Así como no hay ninguna razón para que el rico se eduque, y el pobre no, ¿qué razón hay para que se eduque el pobre, y no el rico? Todos son iguales.



III. El que sabe más, vale más. Saber es tener. La moneda se funde, y el saber no. Los bonos, o papel moneda, valen más, o menos, o nada: el saber siempre vale lo mismo, y siempre mucho. Un rico necesita de sus monedas para vivir, y pueden perdérsele, y ya no tiene modos de vida. Un hombre instruido vive de su ciencia, y como la lleva en sí, no se le pierde, y su existencia es fácil y segura.



IV. El pueblo más feliz es el que tenga mejor educados a sus hijos, en la instrucción del pensamiento, y en la dirección de los sentimientos. Un pueblo instruido ama el trabajo y sabe sacar provecho de él. Un pueblo virtuoso vivirá más feliz y más rico que otro lleno de vicios, y se defenderá mejor de todo ataque.



V. Al venir a la tierra, todo hombre tiene derecho a que se le eduque, y después, en pago, el deber de contribuir a la educación de los demás.



VI. A un pueblo ignorante puede engañársele con la superstición, y hacérsele servil. Un pueblo instruido será siempre fuerte y libre. Un hombre ignorante está en camino de ser bestia, y un hombre instruido en la ciencia y en la conciencia, ya está en camino de ser Dios. No hay que dudar entre un pueblo de Dioses y un pueblo de bestias. El mejor modo de defender nuestros derechos, es conocerlos bien; así se tiene fe y fuerza: toda nación será infeliz en tanto que no eduque a todos sus hijos. Un pueblo de hombres educados será siempre un pueblo de hombres libres. La educación es el único medio de salvarse de la esclavitud. Tan repugnante es un pueblo que es esclavo de hombres de otro pueblo, como esclavo de hombres de sí mismo.



Información sobre José Martí








Propuestas para el proyecto de tutoría 2007

Estas propuestas han sido sacadas del último informe que presentaron los tutores en la reunión del día 18 de diciembre de 2006. Las mismas tienen como objetivo mejorar la calidad y el funcionamiento del equipo de tutoría.


Mayor capacitación para los tutores: se hace necesaria la capacitación con el fin de obtener mayor cantidad de herramientas pedagógicas y, además, definir el rol del tutor. Para el grupo de tutores las funciones del tutor han sido muy amplias y, por ende, ha existido un gran margen de discrecionalidad en la práctica del alumno-tutor.


Mejorar el objetivo: buscar no sólo la permanencia y el buen desempeño académico de los alumnos, sino también el compromiso y el sentido de pertenencia con la facultad y la carrera.


Se sugiere que el coordinador del proyecto sea un graduado o un pedagogo


Aumentar la difusión del proyecto de tutoría en el ámbito de la Facultad: donde contribuyan a esto tanto los profesores que dictan las materias del primer año, como los directores de carrera correspondientes. Es imprescindible que los profesores no sólo conozcan sino que apoyen a los tutores.
Se necesita mejorar la difusión para que el proyecto tenga mejores resultados al integrar a más chicos a este espacio. Se sugiere utilizar tanto carteles como afiches a modo de propaganda.


Pago en efectivo: hemos tenido muchos inconvenientes a la hora de cobrar los $50 en mendobus y tickets de comedor y también, al cobrar en efectivo, problemas con las facturas que reflejan los gastos de viáticos. Proponemos que se encuentre la manera de que la Facultad nos pague en efectivo y que se tenga en consideración que alumnos-tutores que trabajan con la comunidad Huarpe perciben $150 por mes; por este motivo solicitamos una mejora en nuestro “incentivo”.


Alumnos en extraedad (30 a 60 años): estos alumnos sufren una gran cantidad de inconvenientes a la hora de integrarse tanto al curso como a la facultad; se sugiere, para estos alumnos con edades superiores a la media normal, que trabajan o tienen situaciones particulares especiales comprobadas, lo siguiente:

Ø Régimen de materias dictadas en forma tutorial.
Ø Flexibilizar el nivel de exigencias en cuanto a los plazos de entregas de los trabajos prácticos.
Ø Armar grupos de estudiantes que tengan una problemática similar para trabajar desde el espacio de la tutoría.


Comunidad Huarpe: desde la cátedra de “Taller de producción escrita” de Comunicación Social nos han hecho llegar la inquietud en relación a los chicos de la comunidad huarpe que estudian en nuestra casa. Por otro lado, algunos tutores están interesados en trabajar con ellos. Deberíamos ver la forma de articular nuestra tutoría con la tutoría de la Comunidad Huarpe específicamente.


Ofrecer a los tutores el apoyo generalizado de las distintas autoridades de la facultad


Propiciar el fortalecimiento del proyecto a través del accionar responsable y en conjunto de todos los interesados en el éxito de su desempeño


Algo que ayudaría mucho al programa sería conformar un buen equipo de tutores, en el sentido de que seamos más unidos como grupo. Creo que este año estuvimos muy dispersos, pero pienso que consolidar el equipo fortalecería mucho más nuestra acción.

Mendoza, 27 de diciembre de 2006.