martes, 27 de marzo de 2007

¿Qué significa criticar al sistema educativo? Nuevos códigos y abismo generacional: hacia la formación de un nosotros imprescindible




Es realmente arriesgado hacerle una crítica muy severa al sistema educativo estando dentro del sistema educativo. Quiero decir, es difícil hacer una crítica sin que se transforme en auto-crítica. Es realmente complejo suponer que una generación es superior a otra cuando cada generación demuestra virtudes y defectos cuan ‘persona suelta’.

Estamos reflexionando sobre nuestra educación y sobre aquellas “falencias” que vemos en los alumnos que ingresan a nuestra casa de estudios. Entonces planteamos que existen ciertos problemas para comprender textos, falta de metodología de estudio, dificultades para concentrarse… puede que poca dedicación a la hora de sentarse a interpretar conceptos. Sin duda, podemos coincidir en buena parte de este diagnóstico.

Sin embargo, y aunque muchas de estas características no son privativas de alumnos de primer año, nos interesa preguntarnos sobre qué nuevos códigos vienen a enseñar las nuevas generaciones. Queremos tomarnos el trabajo de conocer cuales son las inquietudes y las nuevas formas de entender al mundo. Nos hemos visto en muchas oportunidades siendo muy críticos ante aquello que no comprendemos… es por eso que decidimos aprender sin negar. (¿Es bueno el docente que deja de aprender en el supuesto de que ‘debe enseñar’?)

Y en este camino de aprender de las nuevas generaciones me llama la atención su ‘economía de lenguaje’.




Tanto en su forma de expresión oral como en esta revolución comunicativa llamada Chat y mensaje de texto, los jóvenes realizan una gran cantidad de abreviaturas que, muchas veces, se vuelven incomprensibles. Este lugar comunicativamente difuso expresa una activación de nuevos espacios cerebrales.



¿De qué se trata este fenómeno? Estamos celebrando la base de una nueva forma de comunicación masiva: la comunicación telepática. Esta comunicación, practicada en reiteradas ocasiones de forma individual, hoy empieza a darse como un fenómeno masivo cuasi-imperceptible, pero presente. Tenga en cuenta el lector que cuando planteamos una ‘conciencia social’ o una ‘mente social’ estamos girando alrededor de este mismo concepto. Los pensamientos comienzan a trasladarse con mayor velocidad y las herramientas que se utilizan en la actualidad facilitan este ejercicio. Podríamos llamar a este fenómeno efecto charla o pájaro (chat)

La persona que ha hecho uso de un chat (el más utilizado es MSN Messenger de Hotmail) podrá recordar cómo la mente se focaliza en una persona y luego transmite un mensaje (que se escribe); estos mensajes son trasladados, en un primer momento, de manera telepática y luego de forma escrita. Podemos plantear como ejemplo la relación entre una carta de amor (intención) y un beso de aceptación. Actualmente estamos sentando las bases para que el ‘paso previo carta’, al beso, quede obsoleto.

Al retomar el efecto charla, en función de la utilización del chat, es interesante tener en cuenta que se pueden realizar varias charlas a la vez; esto significa que existe una preparación para poder percibir los pensamientos-mensaje de más de una persona.

Si analizamos la utilización de los celulares con los mensajes de texto podremos percibir una base de interpretación similar. Ahora bien, es importante aclarar que la sutilización de los pensamientos es un fenómeno universal y que, tanto el chat como el celular y sus funciones son sólo manifestaciones materiales de este nuevo espacio comunicativo mayor. Cuando las dudas comienzan a acechar, nuestra ciencia se acerca a nuestro oído y nos recuerda que ‘sólo utilizamos un 10% (aproximado) de nuestro cerebro’ ¿Qué posibilidades nuevas guardará el 90% restante?





La segunda reflexión tiene que ver con las generaciones. Cada vez es más difícil que una generación ‘vieja’ entienda a la más joven. Y es más difícil porque los cambios que se producen son tantos y tan vertiginosos que la realidad es tan efímera como 1 segundo. Nuestros jóvenes viven en un espacio muy diferente al nuestro y es por ese motivo que percibimos un abismo generacional.

Nuestro Frankenstein (llamado neoliberalismo, postmodernismo, modo de producción capitalista y de otras formas irreproducibles) nos ha puesto a correr a una velocidad inmanejable. Es difícil suponer un ‘freno conciente’ ante tanto disparate que supimos conseguir. No parece posible, en el corto plazo, que el abismo pueda ser salvado. Para esto sería necesario darse cuenta de que uno vive corriendo.

Dentro de este marco quiero dejar fluir los recuerdos generacionales que he visto desfilar por mi familia y que tienen que ver con esta incomprensión:

la generación de mi abuelo, generación de tango y vals, no entiende a la generación de mi padre, generación de rock, que, muchas veces, no me entiende a mi… generación de música electrónica
la generación de mi abuelo, generación de guiso y vino, no entiende a la generación de mi padre, generación de pizza y cerveza que, muchas veces, no me entiende a mi… generación de hamburguesa y speed con vodka
la generación de mi abuelo, generación de “la familia unida”, no entiende a la generación de mi padre, generación del “divorcio legal” que, muchas veces, no me entiende a mi… generación de la “unión libre”

Sin embargo existen, lamentablemente, ciertos acontecimientos que sí forman parte de varias generaciones: es por esto que nuestros bisabuelos fueron responsables (por acción u omisión…por existir) de la Primera Guerra Mundial -1914/1918-, nuestros abuelos responsables de la Segunda Guerra Mundial -1939/1945-, nuestros padres responsables de Vietnam y la guerra de Malvinas y nosotros estamos siendo responsables de Kuwait, Afganistán e Irak. Es realmente arriesgado suponer superioridad de una generación sobre otra cuando cada una ha sido responsable de tanto baño de sangre y dolor. ¿Qué generación puede ponerse las alas de un ángel sin sentir, por lo menos, pudor?

Son estos los motivos que generan una necesaria autocrítica en donde el sistema educativo, los nuevos códigos y las generaciones se confundan en un nosotros. Este nosotros deberá hacerse responsable de lo que hoy hemos construido y encontrar la forma de concebir un espacio superador.

Afirmar nuestra vida a partir de la negación del “otro” es nuestra debilidad. Entendernos como un movimiento conjunto es la forma de superar esta debilidad. El bello riesgo del nosotros es que, al utilizarlo, no podemos sino hacernos responsables y artífices de nuestro presente.





Marcelo Fernandez (estudiante de Comunicación Social)










2 comentarios:

Anónimo dijo...

En cuanto al primer postulado, creo que, si somos capaces de establecer una comunicación telepática, ¡cuán lejos estamos de que sea productiva! En mi experiencia personal, puede decirse que no me considero capaz de hacerlo... ¡¡mi vida sería tanto más fácil si así fuese!!
Y con respecto al "nosotros", altamente discursivo y difusamente actitudinal, coincido en que es la clave. La construcción colectiva de la educación, como de tantos otros ámbitos, puede ser la gran herramienta para la inclusión. El dilema es: ¿todos estamos de acuerdo en esto? Y ahí nos preguntamos: ¿el huevo o la gallina?

Coordinación de Tutorías dijo...

Claudia:

En primer lugar, me da la sensación de que el hombre tiene millones de capacidades sin desarrollar... entonces, al echarle un vistazo veloz, no sabemos cuáles son realmente bien utilizadas. Es evidente que si las capacidades no son acompañadas con un fundamento de amor, sólo queda en capacidad. Frase remanida en este sentido: "hemos llegado a la luna pero no podemos disminuir la pobreza o el hambre".

Veo a la telepatía masiva desde la expresión de don Armando Tejada Gomez "Hay que soñar la vida para que sea cierta"... por ende, hay que soñar nuevas formas de comunicación para que existan.

En relación al nosotros creo que tenes razón, ¿cuántos construimos un nosotros?: no lo sé. Pero mientras vayamos siendo cada vez más ese nosotros será posible.

¿el huevo o la gallina? La respuesta es obvia: el huevo (aunque bien podría ser la gallina)