Después de la crisis del sistema de transportes público de Mendoza vivida durante el 2004 y 2005, en torno al concurso por grupos, las tristes condiciones en las que se encontraban las unidades, frecuencias y recorridos; el Gobierno de la Provincia decide convocar nuevamente por el sistema de recaudación y cobro del boleto. Pero éste no es el inconveniente: implicó la renovación absoluta de la infraestructura: máquinas electrónicas, teclado digital para los choferes y capacitación para ellos. Y además debemos tener en cuenta la “adaptación” que tuvo que padecer el pueblo.
En este entramado del año pasado, la alianza entre autoridades estatales provinciales y el grupo empresario Siemens Itron no fue beneficiosa para los usuarios. Al contrario, sólo produjo confusión, desencanto, reclamos y el inevitable abuso: aumento del precio del boleto. Que dicho sea de paso, se da en vacaciones, cuando hay menor resistencia y capacidad de convocatoria para manifestarse en contra. También se usa el pretexto de la “solidaridad social” (aumentar algunos precios en beneficio de los de larga distancia), pero en definitiva aumenta el resentimiento y la diferencia entre nosotros.
Es inevitable recordar la antigua premisa “Orden y Progreso” pronunciada en miles de discursos del último siglo. Nuestro país, y otros latinoamericanos, fue manipulado por la clase gobernante con la excusa del progreso, modernización, civilización. Se llevaron adelante políticas de importación, educativas, sociales y económicas (convertibilidad…) que nos hacían vivir una sensación de estable primermundismo. ¿No es similar esta situación? ¿No nos da la sensación de querer ser convencidos de que somos “modernos” con este sistema Red Bus?
Hagamos memoria y construyamos toda la historia: se dan varias irregularidades que rozan lo indigno y burlan la ley. Es el caso de los famosos $0,10: la máquina no da vuelto. Esto es claramente ilegal: apropiarse de lo ajeno; sólo que si lo hace el Estado es “para subsidiar a las empresas de transporte”. ¿Quién les dijo que podían robarme? ¡Encima para después subsidiar a las empresas con $800 mil! Los mendocinos permitimos este fraude simplemente por una “desesperanza aprendida”, esa permanente sensación de que nos están engañando, mintiendo, prometiendo lo imposible, manipulándonos. Nos hemos acostumbrado a que nos roben. Tenemos ya incorporada la resignación.
Cuando la decisión estaba tomada y comenzó el período de adaptación de la tarjeta electrónica, nuestro Gobierno se encargó de llevar adelante una campaña explicativa acerca del uso. El inconveniente estuvo en realizarla durante el mes de agosto, cuando el sistema se implementó definitivamente recién en diciembre. Consecuencia: el usuario no sabía cómo usar la tarjeta, lo que provocó que el chofer tuviera que explicar a cada pasajero cómo funcionaba.
Y pensar que los motivos para cambiar el sistema de cobro fueron evitar que los choferes manejaran dinero (por el riesgo de los robos) y permitir que pudieran concentrarse en su tarea sin tener que interactuar con el pasajero. Ambos son incumplidos: las máquinas con el dinero siguen arriba del colectivo y el chofer de igual manera tiene que interactuar, ya sea explicando el funcionamiento o determinando el destino del viaje.
También podemos ver que la inversión de Siemens Itron termina siendo respaldada por el usuario: para tener Red Bus hay que pagar $3 de costo inicial. ¿No corresponde a la concesionaria asumir los costos de la implementación del sistema? ¿Somos modernos a costa de nuestro propio bolsillo? Y encima sin salir beneficiados, porque ya es una hazaña conseguir que recarguen tu tarjeta: muchos comercios “habilitados” por el Estado y el grupo empresario “no tienen carga”.
Ahora podemos hablar de algunas situaciones cotidianas. Seguramente alguna vez te pasó que cuando quisiste pagar, la máquina estaba trabada, por lo tanto no pagabas con monedas (subiste gratis) o pagaste con Red Bus (y el otro subió gratis). ¿No es una clara situación de injusticia social? Yo pago el pasaje, él no paga: esto genera un enfrentamiento entre nosotros mismos. También pasa que la máquina “se queda sin papel”, por lo que pagás, pero no tenés comprobante.
Y todavía no dijimos nada acerca de la polémica con respecto a la falta de monedas. Existía un acuerdo que comprometía a Siemens Itron a volver a poner en circulación las monedas necesarias para permitir el adecuado funcionamiento. Todos fuimos testigos de que ésto no sucedió, permitiendo que nos siguieran robando el vuelto. Llegamos a varias situaciones: los comerciantes no tenían cambio, por lo que tenías que comprar algo para conseguir monedas. Otros, te daban el vuelto en caramelos, e incluso algunos pusieron en circulación una moneda alternativa: cartoncitos con el valor pintado.
Gabriel, propietario de un local de venta de artículos de limpieza del Barrio CO.VI.MET, nos contó que él no viaja en micro, sin embargo se ve afectado: “yo no retengo monedas, pero las necesito para dar vuelto… por lo general redondeo los precios para abajo, no creo que sea ético dar vuelto con caramelos… entonces salgo perdiendo”. Ésta es la mejor manera de ilustrar que ya el problema trasciende lo económico.
Sería bueno preguntarnos a esta altura qué significa progreso para nuestra clase dirigente: creen en la modernización y tecnologización de los servicios, para facilitar la vida de la comunidad. Pero si pensamos qué significa progreso para nosotros, decimos: sueldos dignos, salud, educación, trabajo, alimentos, calidad de vida. Y en lugar de facilitarla, nos complican la existencia cotidiana.
Es clara la postura: una absoluta reducción de la libertad y de la voluntad popular, en beneficio de una voluntad política que se impone en una noción de orden social, de organización. Somos una sociedad acostumbrada a padecer la voluntad política, a sufrir sus consecuencias pero sin llevar a cabo una acción concreta, una intención de cambio y transformación.
Red Bus sólo engaña a la población con una ilusión de “modernidad” y “primer mundo”, omitiendo las consecuencias económicas (el pueblo asume los costos de la inversión privada), sociales (conflictos entre los estratos sociales), culturales (desesperanza aprendida y resignación) y políticas (aumento del boleto en situación favorable a la empresa).
Claudia Bermejillo
Jorgelina Champaño
Nº 7 Revista Donde Topa
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1 comentario:
Nuestro sistema de transporte conjutamente con nuestro sistema de política-para-el-bolsillo-del-político nos tiene tristemente acostumbrados (resignados?) a este tipo de maniobras. O acaso es una suerte de casualidad que, cada vez que se van a renovar contratos, TODO el empresariado del transporte plantea que esta actividad no es negocio pero, sin embargo, ninguno deja de presentarse para sacar su parte.
Creo que es vergonzoso el estado de connivencia que existe entre el poder económico y el poder político, convinación que nos encuetra en un estado de momentanea indefención.
Creo que esta reflexión sobre el orden y el progreso es necesaria. Me gustó como se fueron abordando desde diversas visiones el tema del transporte.
Creo que, en la medida en que nos hagamos plenamente concientes de nuestra capacidad para transformar esta realidad, veremos nacer otra que tendrá verdadera razón humana... quiero decir, con base en la libertad, la igualdad y el amor.
Por lo que me toca, me vuelvo al barrio, a las uniones vecinales y las bibliotecas populares... allí nos queda mucho por construir.
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