El águila es el ave de mayor longevidad de su especie. Llega a vivir setenta años, pero para llegar a esa edad, a los 40 años deberá tomar una seria y difícil decisión.
A los 40 años, sus uñas ya están apretadas y flexibles, sin conseguir tomar a sus presas de las cuales se alimenta. Su pico largo y puntiagudo, se curva apuntando contra su pecho. Sus alas están envejecidas y pesadas, y sus plumas gruesas. Volar se hace ya muy trabajoso y complicado.
Entonces, el águila tiene solamente dos alternativas: morir ó enfrentar su dolorido proceso de renovación, que durará más de cuatro meses. Ese proceso consiste en volar hacia lo alto de una montaña, y quedarse ahí en un nido cercano a un paredón, en donde no tenga la necesidad de volar. Después, al encontrarse en el lugar, el águila comienza a golpear con su pico en la pared, hasta conseguir arrancarlo, y después de arrancarlo, esperará el crecimiento de uno nuevo con el que desprenderá una a una sus uñas talones. Cuando los nuevos talones comienzan a nacer, caerán sus plumas viejas y nacerá un nuevo plumaje. Luego de cinco meses, recién entonces y no antes, sale para el gran vuelo de renovación que le dará aproximadamente, treinta años más de vida…
REFLEXION
En nuestra vida, muchas veces tenemos que resguardarnos por algún tiempo y comenzar un proceso de renovación.
Para continuar un vuelo de victoria, debemos desprendernos de costumbres, de tradiciones y de recuerdos que nos causaron dolor.
Solamente libres del peso del pasado, podremos aprovechar el resultado valioso, que una renovación siempre nos trae. Y así… poder volar libremente.
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